Las calles, los escaparates, se visten de luces y colores. Sí, tal vez resulta todo muy comercial y la presencia del anfitrión en muchos momentos es casi imperceptible. Pero para nosotros, los que hemos conocido el Amor de Dios y hemos creído en Él, este tiempo supone una espera gozosa, llena de ternura y de alegría. Y ¿cómo no prepararlo con esmero? Con el corazón, sí; pero es que de lo que rebosa el corazón hablan los labios y habla todo cuanto sale de nosotros y cuanto nos rodea.
¿Has visto a esos padres primerizos que aguardan la llegada de su bebé? Se pasan el día pensando en cómo preparar su habitación, qué pondrán, qué le compran, qué les falta… Y sí, su corazón rebosa de gozo, tanto que se les nota. A ella porque cada vez necesita una camiseta más grande, pero a él, casi diríamos que también, porque se le ensancha el corazón, la sonrisa…
En fin, también nosotros andamos preparando la llegada del Niño Dios-con-nosotros. Y quisiéramos compartir contigo algunas de las cosas que estamos elaborando y que pretenden llegar a tu hogar y proclamar con su presencia que el Mesías está por llegar, y celebrar contigo y con los tuyos que Dios nos ha amado tanto, tanto, que nos ha regalado a su Hijo para que sea Él quien nos reúna a todos en la Casa del Padre. ¡Es tiempo de familia!
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